martes, 18 de mayo de 2010

La elección de los juguetes
Una amiga me contó la siguiente situación: Había ido con su hija de 8 años a comprar en
una juguetería un juego de construcciones que la niña hacía tiempo le venía pidiendo. Ni bien entraron, se les acercó decidida una joven vendedora y antes de que su hija pudiera pedir aquello que venía a buscar, la vendedora les informó que el sector de nenas estaba en otro pasillo. Mi amiga se sorprendió por el comentario, pero dado que su hija es, obviamente, una nena, la acompañó hacia el sector indicado. Los estantes estaban repletos de muñecas con sus más sofisticadas variantes: la que llora, la que camina, la que habla, etc. Acabado el sector de muñecas, se iniciaba el de sus accesorios, como ajuares, cunas y cochecitos.
El sector nenas concluía unos metros más allá con los adminículos necesarios para cualquier ama de casa que se precie, es decir, juegos de té. lavarropas, ollas y aspiradoras. Tan deslumbrada como desorientada, la hija de mi amiga le dijo tímidamente a la vendedora que ella venía en busca de un juego para construir casas, edificios y puentes. Entonces la vendedora le indicó otro sector diferenciado de la juguetería. Ya en la calle, paquete en mano, la niña le preguntó a su madre: "¿Una nena puede jugar a la construcción o es sólo un juego de varones?".
Cuando esta niña formula la pregunta a su mamá, se está preguntando no sólo por la diferencia de sexos, que ya es un tema en sí mismo, sino, y fundamentalmente, por los atributos sociales que se les da a los sexos. El tema es interesante y seguramente será disparador de múltiples opiniones y reflexiones.
El juego que da lugar al como si de la fantasía hace posible que los chicos accedan a los más diversos aprendizajes. Es por medio de este ejercicio que los niños logran comprender y elaborar situaciones que de otro modo permanecerían confusas para ellos. Y es también por medio de este como si que los niños ponen en práctica aspectos relacionados con su identidad sexual. Es seguramente jugando a la mamá como la niña se ejercita en esta función. Identificada con su propia madre, podrá, por otra parte, hacer al muñeco todo aquello que pasivamente recibe de su propia mamá. Y es evidente que son las muñecas las que posibilitan que las niñas puedan jugar a la mamá. Pero, ¿y los varones? ¿No necesitan ellos también ejercitar y descubrir el ser papá por medio de las muñecas? ¿No es éste acaso un aspecto de su ser masculino? El relato de mi amiga da cuenta de que, a pesar de las importantes transformaciones que ha sufrido el lugar de la mujer en la sociedad, y que el hombre debió acompañar, este lugar todavía no está claramente delineado. Seguimos pensando, tal como la vendedora, que hay tareas, y por lo tanto juguetes, que pertenecen con exclusividad al ámbito de la mujer, a pesar de que la vida diaria nos demuestre lo contrario. La identidad sexual de una mujer o de un hombre no dependen de los atributos sociales que cada época les asigne. El ser ejecutivo, chef, empresario o modisto ya no es una cuestión de varones o mujeres.
Por eso, el juguete que la hija de mi amiga pedía nada tiene que ver con su condición de nena y responde absolutamente a una necesidad que debe, de ser posible, satisfacerse. Por el momento, su interés se centra en la construcción y el futuro dirá si de grande será ingeniera, arquitecta o ama de casa.
La identidad sexual de una mujer o de un hombre no dependen de los atributos sociales que cada época les asigne.


Licenciada Conti. Psicóloga especialista en niños y orientación a padres.

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